Los segundos pasaron para ser más que simples minutos, más que horas…más que el tiempo mismo.
Aun encuentro tu sonrisa de inocente niña, aun así me encuentras con mi escondido gesto de alegría como ahora lo llaman. Tu expresión se hizo radiante al mismo tiempo en que nos mirábamos…
Alejándonos de la lluviosa tarde, con mi patanería entre agrietados recuerdos, no podía cegar mis ojos mientras se llenaban de alegría, no cuando el corazón latía con mucha prisa…
Tomé tu mano, la puse sobre mi pecho mientras tratabas de hallar el remedio a la causa de la taquicardia…
Tus labios rosaron los míos tal veneno que resbala por la herida, como la melodía que inconscientemente marcabas en mis sentidos. Aunque venia tan solo a empeorarlo, no importaba que daño pudiera causar, me hacía sentir vivo, agitado por dentro, mi voz titubeaba y mis brazos empapados con tu aroma a suave mandarina se hicieron al cadáver de mi tiempo…
Tus palabras se hacían incomprensibles para mis oídos, y el vómito de pensamientos que salían de mi boca eran algo a lo que callabas con prácticas, sugestivas, líneas prefabricadas para mis deducciones…
El tiempo que pasamos frente a frente; la tarde que se convirtió en unas cuantas horas, minutos que se fugaban como gotas sobre tu paraguas azul, ingenuamente sentía que había más que hablar, aun había más que sentir, te había encontrado tras el escombro del pasado , no podías irte aun…sentía que no era tiempo suficiente; compartíamos lenguajes forjados por la experiencia…parte de ella sabias que era la tuya… dulces, tibias algunas amargas, pero experiencias al fin… el día no me perdonó aquella vez en que tuviste que partir, no dijiste más que un adiós, tu sonrisa no se borró por la despedida, ni giraste la cabeza para buscar una última mirada tras las lluvia en el parabrisas…
….el día no perdonó... tú sí… pero el día ¡No!
Ahora mi tiempo se ha hecho mayor, tu figura se hizo a la distancia, en el existir, tu aroma cítrico se desvaneció, aunque sé que las mandarinas regresan cada año…tu decidiste partir para siempre…
Aquella vez solo un consejo que exhalaste pude contener en mi memoria para después hacerlo y dejarte ir bajo tu decisión…
“QUE MÁS DA…”
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