Desde siempre el medio natural se ha metido en roles de constante equilibrio, la existencia de “tal cosa” depende de otro elemento de la misma proporción, pero de origen diferente, elemento dependientes que regulan un estado armonioso, y en veces la alteración de estos factores dan como resultado el caos.
Dejaré bosquejar elementos que no se pueden controlar; el blanco ya es blanco y solamente se le antepone un negro, el día una noche, la vida una muerte…elementos inalterables, enlazados, sincronizados en perfecto balance.
Los demás, los que corresponden a las masas son dependientes numéricos, débiles e inconstantes que apuntan a una y otro cifra.
Los valientes, los genios, los activos, dependen del número de los cobardes, los inhábiles o los pasivos para poder llamarse así. Por lo tanto no son una verdad absoluta al ser dependientes de mayorías…
…Y esta en particular, tan intrínseca, maleable, es parte de una de miles revoluciones individuales…permítanme exponerla.
A nosotros…aburridos, cansados de las misma sensaciones nos interesan probar las que no hemos tenido y pulir las que ya hemos gozado, no dependemos en relación directa de las obligaciones de uno o de otros, si no de lo que nos conmueve, gusta y amamos, sabemos claramente el efecto: acción-reacción y nuestros hobbies es comprobarlo hasta en el peor de los casos, no buscamos la idolatría o elogios forzados…tras nuestro análisis hemos sido curados contra el cáncer de la pretensión.
Pareceríamos simples marionetas, si no hubiéramos encontrado el sentido a una vida propia, la acción a la cual estamos sometidos esta en relación inmediata con la creación, improvisación, la espontaneidad…porque es una manera de abarcar más de una sola idea. Y el que hagamos o no hagamos, el doler o satisfacer hace que nos llamen bueno o malos.
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